Solo barcos. Surcan mares pero no se conoce el destino. Angulosas proas cortan el aire, las popas dejan la estela sobre las aguas. Brumas escapan desde las chimeneas y los ojos de buey parecen observar el derrotero de las naves. Abstracta figuración de cada barco que Silvina Benguria bota a sus océanos/telas y deja avanzar hacia un infinito de colores seductores. Benguria dirige el timón. Sus pinceles son la carta marina. No se ven tripulantes a bordo, ¿tal vez sean buques fantasmas cómo los que se mencionan en las bitácoras ? Fantasmales apariciones que enloquecieron a capitanes de mar que soñaron Joseph Conrad o Herman Melville. En esa solitaria extensión líquida los protagonistas de esta muestra parecen porciones oníricas; sus formas exuberantes, los contornos rectilíneos, las líneas de flotación, las diferentes caras de la luna que ilumina el hierro (¿será hierro?) con el que han sido construídos, porque al mirarlos, dan la impresión de no ser tangibles. Benguria explicó en alguna ocasión que "recuerdo haber estado pasando unas vacaciones en casa de una amiga en la costa italiana, y me acuerdo haber estado sentada, mirando pasar estos barcos. Eran como buques, como planchas al revés. Y todo queda almacenado en la mente. A mí me fascina el mar, todo lo que tenga que ver con el agua. Con esto de los barcos me pasó una cosa rara. Estaba haciendo un retrato y terminé haciendo estos barcos. Claramente los tenía adentro, en mi memoria” ■
Hasta el 12 de agosto. Galería Rubbers, Avda. Alvear 1595.
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