Se trata de una exposición de pinturas dominada por la imagen femenina. Los rostros de las mujeres, magnéticas y seductoras, provocan la imaginación del espectador, se hacen protagonistas de un cuento. El cuento urbano, la ciudad de Buenos Aires. El binomio mujer – ciudad, o mejor dicho, mujer – Buenos Aires es el núcleo central de la investigación artística de Alio en los últimos años. Las mujeres que representa están siempre ubicadas en un entorno urbano y a menudo ellas mismas cargan con los significados de la ciudad, o al revés, encomiendan a la ciudad la tarea de relatar sus secretos misteriosos. Se corren a un lado y parece que se quedan a mirar con el espectador, al que reservan una mirada de complicidad. Inspiradas en las top – models de las revistas más famosas, en especial Vogue, las mujeres que dominan los cuadros de Alio son su alma profunda desde el punto de vista de la iconografía, y consolidan su estructura desde un punto de vista de la composición. Su pintura se ha beneficiado con una evolución progresiva en los últimos dos años. Han cambiado algunos puntos de referencia que pertenecen a la historia del arte, ha cambiado la atención hacia los distintos aspectos de la realidad urbana y femenina. Si anteriormente nos presentaba un Buenos Aires todo concentrado en su aspecto mundano de la vida nocturna en los bares donde las mujeres eran poderosas hechiceras enigmáticas y altaneras, ahora nos cuenta también sobre el Buenos Aires más recoleto, más intelectual, más secreto. La ciudad que está en los kioscos de diarios, en las librerías, en las bibliotecas, en los talleres de pintura donde las mujeres – modelo pueden ser, por fin, alegres y melancólicas al mismo tiempo, menos álgidas y más suavemente sensuales sin perder su encanto catalizador y a pesar de conservar a veces una cierta enigmática dureza en las miradas. El clima que recorre sus obras no cambia drásticamente, las fiestas nocturnas todavía salpican los quietos paseos diurnos. Su pintura permanece siempre muy gestual, se suavizan ciertas asperezas en las poses femeninas y hay menor preeminencia de la posición frontal. Queda la sensación de secreto mágico que envuelve a la mujer y a la ciudad, ambas custodios de cuentos inefables. Madura en términos de conciencia pictórica el nexo simbólico entre la mujer y el ambiente cada vez más enredado en un juego de espejos revertidos. El macrocosmos urbano de la ciudad de Buenos Aires, que es la casa de todas las mujeres que la habitan, se vuelve reflejo del microcosmos interior de las modelos retratadas: cada mujer es la ciudad y la ciudad está en cada mujer.
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