Con sus líneas De Volder engarza diversos universos: rodea las investigaciones parisinas de los años 30, contornea las reelaboraciones de la abstracción en el contexto argentino y traza, con religiosa paciencia, paralelas de arena de un jardín zen. Este artista establece continuidades en el devenir de sus dibujos; no hay quiebres ni rupturas, sólo el transcurrir que sella una impronta temporal. Su búsqueda reencuentra diversas tradiciones que el artista va hilvanando entre sus líneas. De Volder ya había experimentado esta práctica en el dibujo: a partir de entramados lineales, el artista seleccionaba aleatoriamente el recorte de una forma. Esta serie de trabajos tiene claras reminiscencias de procesos naturales ■
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