Monday, October 30, 2006

Obra inédita de sensibilidad social

Antonio Pujía, Pablo Duarte, Alberto Morales,
María Juana Heras Velasco, Juan Carlos Lasser
y Jorge Duarte




Alfredo Plank y Pablo Duarte



"Para mi la pintura ha sido y será el intento de atrapar la luz", dijo en alguna ocasión Roberto Duarte. Sus musas eran las mujeres, la música, la literatura, los paisajes. Nació un 11 de marzo de 1935, en la ribereña localidad de Vicente López. Otro 11, pero de octubre de 2004, la Parca se lo llevó desde su taller de la calle Luis Sáenz Peña, en el barrio de Constitución. En su caballete de trabajo dejó inconcluso un óleo sobre tela en homenaje al compositor húngaro Bela Bartók.
Esta, obra inédita marca un retorno a las fuentes. A esos orígenes del Duarte que en 1963 fue observado por el entonces columnista del diario La Nación, Manuel Mujica Láinez, cuando resaltó desde sus páginas: "Conviene que no se entusiasme demasiado imprimiendo a lo que hace un contenido social. Por ese camino se suele desembocar en el afiche". El bueno de Manucho. Claro, Duarte abrazó por medio del arte - en este caso- un cariz social y político. Precisamente esta exposición inaugurada el sábado pasado en el Museo Eduardo Sívori, desempolva obras únicas. Parte de la producción artística de Duarte, pero también de la plástica de aquellos tiempos. Podrán verse hasta el 1 de noviembre La batalla de San Lorenzo, una serie de pinturas sobre el Martín Fierro; el óleo sobre chapadur El Pueblo Unido; el dolor de los vuelos de la muerte ejecutados durante la última dictadura militar con Y los tiraban de los aviones. La iconografía religiosa se refleja a través de La Última Cena. Adquieren una potente dimensión en la sensibilidad del espectador las obras Martirio en la cava y Descendimiento, ya que retrotraen a la memoria el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, el 25 de enero de 1997.

"Toda mi vida gira alrededor de la pintura. Si tengo un gran dolor o una gran alegría, voy al taller y pinto", explicó en su momento este artista. No cabe ninguna duda que ambos estados emocionales fueron magistralmente expresados en la tela. Infanta Isabel 555, Palermo ■

Fotos: Marcelo De Focatiis

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