Wednesday, June 14, 2006

Los dos Borges


"Y Jorge Luis Borges, murió una noche febril y desvariada de 1938, luego de permanecer postrado en una fría cama de hospital, tras golpearse la cabeza con el batiente de una ventana. Septicemia, dijeron los médicos. Culpa de la mala vista de Georgie, dijo doña Leonor. El silencio lo encuentra en el Cementerio de La Recoleta, un Pére Lachaise criollo, enclavado en el ojo de la ciudad a la cuál escribió. Apenas escribió un puñado de libros: un cuasi olvidado, Fervor de Buenos Aires; otro que el polvo hará avejentar titulado Cuaderno de San Martín. Ese joven escritor que no integrará enciclopedias de literatura argentina ni foráneas, apenas garabateó unos cuentos en la revista Martín Fierro, como Hombres que pelearon. Dicen que escribió sobre la vida de Evaristo Carriego, y una colección de ensayos bajo el título Discusión, más Historia Universal de la infamia e Historia de la eternidad. Obras póstumas, dijeron sus familiares".
En realidad, esta es una crónica falsa nacida de un hecho real que le sucedió a uno de los dos Borges

El otro Borges, aquel que deambulaba vastos e insonoros corredores de bibliotecas, prendido en la máxima de las cegueras como otros directores de la Biblioteca Nacional -José Marmol y Paul Groussac-, el que recitaba poemas en la lengua natal de Stevenson, de John Donne o buscaba la amarilla ternura del tigre de William Blake entre las cañas de bambú. Ese otro Borges, vive luego de ese febril ensueño que lo condujo, con mano y mente pulida a escribir El sur.
Es el mismo que junto con Adolfo Bioy Casares recorrieron los vericuetos de la investigación policial del sabueso llamado Isidro Parodi. La visión traiciona. Quita la luz a las retinas. Los ojos cansados no saben si mirar, o tal vez, cerrarse a la oscuridad límbica de los tiempos. ¿Cuál de los Borges aún perdura? Con aquel que contemplaba el encierro solitario del tigre en el zoo palermitano y describía a su casa rodeada por una hilera de lanzas? Ese otro Borges, el hacedor homérico de relatos y versos. ¿Bifurcó a uno del otro? el verdadero escritor que nació entre el límite invisible de la línea zodiacal que separa a Leo de Virgo, un 24 de agosto de 1899.
Es el que baraja las palabras como un tahur, el de los atardeceres en Adrogué, el de las cifras impares, los espejos velados, las puñaldas certeras de los cuchilleros, de los laberintos infinitos, de las sagas germanas. De sombras y relojes de arena, de discusiones y ficciones. Jugó a saber cuál era el verdadero Borges. El que esbozó alguna vez que "el círculo de mi cielo mide mi gloria, las bibliotecas de Oriente se disputan mis versos, los emires me buscan para llenarme de oro la boca, los ángeles saben de memoria mi último zéjel".

¿Cuál de los dos Borges hoy no está fisicamente? "Al otro Borges , es a quien le ocurren las cosas. Yo por camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecanicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico", escribió en su momento.
Hoy, uno de los dos Borges, aún camina por la plaza San Martín,y se demora entre el vaivén del péndulo de la vida, dejando que el tiempo decida cual de los dos, ganará la partida■

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