(Pablo Jantus)
Eduardo Cárdenas, 61 años, abogado, de profesión ,y fotógrafo "como modesto oficio", explica, mientras muestra sus fotos tomadas en los médanos de Pinamar y en los caminos resecos bajo el tórrido sol de Mozambique. Son en blanco y negro. Y parecen trasnmitir el viento que desarma con ademanes la arena y la acomoda a su gusto. Esos extraños perfiles topográficos que Cárdenas registra en una comunión entre el aire, la tierra y él mismo. Y anda por esos caminos, que sus pies pisan marcando una huella profunda; acá, en las ventosas costas atlánticas argentinas o en los abandonados pasajes africanos, donde Dios parece mirar sin fijar la vista. El oficio, como un tercer ojo que Cárdenas porta en la lente de su cámara, rescata cuerpos de piel oscura como el ébano, de ríos y chozas construídas con rudimentarios elementos, espesura virgen y cielos poblados de nubes amenazantes.
La muestra se exhibe en la Escuela Nacional de Fotografía que dirige Jorge Mónaco hasta el 30 de agosto. Bulnes 1383. Gratis.
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