Por primera vez llega a la Argentina un conjunto de más de 80 obras de este exponente clave de la modernidad brasilera, quien comenzó pintando murales decorativos, trabajó luego con óleo sobre madera y realizó su obra más significativa en témpera durante los años 60 y 70. A más de cien años de su nacimiento (en Lucca, Italia) y casi veinte después de su muerte, Brasil lo considera hoy, en forma unánime, uno de sus mayores artistas del siglo XX.
Antes de convertirse en pintor de caballete, Alfredo Volpi (1896-1988) fue pintor-decorador, tal como denominaba a los profesionales que ejecutaban los adornos en las paredes de las casas. De familia humilde, comenzó pintando murales decorativos, luego trabajó con óleo sobre madera y su obra más significativa la realizó en témpera, artesanalmente, mezclando pigmentos y haciendo a mano sus marcos. Pintor sereno, realizó variaciones de un mismo tema, estudios sobre color y forma en piezas aparentemente similares entre sí, con el énfasis puesto en el proceso gradual de su obra pictórica.
La muestra incluye obras que van desde los inicios de la década del 40, con su serie temprana en óleo sobre tela, sobre paisajes y marinas de Itanhaém, un pueblo de mar en São Paulo. En témpera sobre tela, se pueden disfrutar sus trabajos sobre motivos religiosos y populares como las madonas, cristos, figuras de niños, jovencitas y mujeres de pueblo. Luego aparece su serie de caseríos y fachadas de época coloridas que lo llevarán a la abstracción geométrica de su fase llamada concreta, de los años 50. Olívio Tavares de Araújo es el curador y está organizada por el Museu de Arte Moderna de São Paulo (MAM) ■
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